Ya veo a la caterva, como cada año, haciendo el sacrificio de no comer la carne que provoca la ira de sus dioses. Y como cada año, las inexplicables costumbres de pagar lo irrazonable en busca de un menú que no ofenda la pleitesía que rinden a sus fantasmas sagrados deja a muchos con las ganas, y a otros hipócritas, con menos.Pero yo no me voy a quedar con las ganas, y no les voy a comprar lo que venden ni les voy a empeñar la razón.
Expresaré mis gustos y los compartiré con quien se me antoje, me comeré su carne y se la ofrendaré a mi líbido, y mutuo será el pacto pues dejaré que mi chica haga lo mismo hasta que sólo relama mis huesos.
Los Lunes habrá parrillada, los Martes marinada, los Miércoles costillas bañadas en salsa, los Jueves banderillas y queso fundido y los Viernes... ¡Caray ésos Viernes! Debe de haber carne, ¡¡¡mucha mucha carne!!!
Buen provecho, hermanos carnívoros.





