Desde tiempos inmemoriales (los 80's pues), la mercadotecnia encontró el remanso perfecto para cultivar una influencia lucrativa que hasta la fecha ofrece buenos dividendos a ambas partes, la oferta (mercantil) y la demanda (emocional), para mantenerse como una de las mejores relaciones de complicidad en el sistema económico mundial: las Relaciones Afectivas.
Así es compañeros, sabido es por todos nosotros que la influencia emocional que las festividades comerciales tienen sobre los seres humanos es motivo de estudio y objetivo de acción por parte de los mercadólogos, ésos bienhechores filántropos que lo único que desean del prójimo es la felicidad que pueden conseguir si se la compran a ellos.
Adentrémonos un poco en ese mundo de ofertas sentimentales y hagamos memoria sobre los días de San Valentín, Navidad, Día de Muertos (también con nuestros difuntos tenemos una relación emocional), Años Nuevos y demás festividades que abundan en el mundo. ¿Cuantas veces no nos sentimos obligados a aprovechar un oferta oportunista con el objeto de tener la preciada ofrenda afectiva que llevaremos a la persona que goza de nuestro favor... para que al final no fuera de su entera satisfacción y por lo tanto los dias siguientes nos quejáramos en la intimidad propia sobre lo mucho que nos costó el regalo y entablamos un serio y acalorado debate con nuestra sombra sobre lo pendejos que estamos por creerle a la publicidad oportunista y consuetudinaria de las festividades?
Sin embargo, es una situación paradójica la que se vive en tales momentos de frustración ya que no podemos vivir en sociedad (es decir, manteniendo el entramado afectivo que cada uno tiene con el grupo de personas que participan en la órbita de su vida y entre las que se encuentran Familia, Amigos, Pareja Sexual, Amantes, Amigas con Derecho y Sin Derechos, etc) sin participar con ésa misma sociedad en sus festividades ó intercambios de bienes materiales representativos de estados emocionales, tales como peluches, dulces, camisas con estampados de mal gusto, regalos que sólo hubieran servido si uno perteneciera al sexo opuesto, productos electrónicos chinos o cualquier cosa que sólo sirvan para decir: TE QUIERO... aunque el regalo diga lo contrario.
Creo que llegó el momento de que nosotros le demos un mensaje a la mercadotecnia, que nos remanguemos las mangas (sic) y le digamos a los mercadólogos: "Ya estuvo bueno, llámenme cuando tengan algo que valga la pena, denme resultados afectivos seguros o no compraré nada".
El día que eso pase no necesitaremos todo un BUEN FIN de 4 días para buscar regalos. No es necesario, a veces logramos más echando mano de lo más inmediato.
Así es compañeros, sabido es por todos nosotros que la influencia emocional que las festividades comerciales tienen sobre los seres humanos es motivo de estudio y objetivo de acción por parte de los mercadólogos, ésos bienhechores filántropos que lo único que desean del prójimo es la felicidad que pueden conseguir si se la compran a ellos.
Adentrémonos un poco en ese mundo de ofertas sentimentales y hagamos memoria sobre los días de San Valentín, Navidad, Día de Muertos (también con nuestros difuntos tenemos una relación emocional), Años Nuevos y demás festividades que abundan en el mundo. ¿Cuantas veces no nos sentimos obligados a aprovechar un oferta oportunista con el objeto de tener la preciada ofrenda afectiva que llevaremos a la persona que goza de nuestro favor... para que al final no fuera de su entera satisfacción y por lo tanto los dias siguientes nos quejáramos en la intimidad propia sobre lo mucho que nos costó el regalo y entablamos un serio y acalorado debate con nuestra sombra sobre lo pendejos que estamos por creerle a la publicidad oportunista y consuetudinaria de las festividades?
Sin embargo, es una situación paradójica la que se vive en tales momentos de frustración ya que no podemos vivir en sociedad (es decir, manteniendo el entramado afectivo que cada uno tiene con el grupo de personas que participan en la órbita de su vida y entre las que se encuentran Familia, Amigos, Pareja Sexual, Amantes, Amigas con Derecho y Sin Derechos, etc) sin participar con ésa misma sociedad en sus festividades ó intercambios de bienes materiales representativos de estados emocionales, tales como peluches, dulces, camisas con estampados de mal gusto, regalos que sólo hubieran servido si uno perteneciera al sexo opuesto, productos electrónicos chinos o cualquier cosa que sólo sirvan para decir: TE QUIERO... aunque el regalo diga lo contrario.
Creo que llegó el momento de que nosotros le demos un mensaje a la mercadotecnia, que nos remanguemos las mangas (sic) y le digamos a los mercadólogos: "Ya estuvo bueno, llámenme cuando tengan algo que valga la pena, denme resultados afectivos seguros o no compraré nada".
El día que eso pase no necesitaremos todo un BUEN FIN de 4 días para buscar regalos. No es necesario, a veces logramos más echando mano de lo más inmediato.

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